Desde hace 12 años, la vida de Jhon Cabeza está llena de luz. Fotos de Óscar Berrocal.
A los siete años ya consumía drogas. A los nueve, deambulaba por las calles de Colombia luego que su mamá lo echó de la casa, en Tumaco, Nariño. A los 28 había completado 19 años recorriendo las calles en busca de comida y techo, y por fin hace 12 años vio la luz cuando logró dejar atrás la delincuencia, el alcohol y las drogas.
Ahora, con 40 años y como pastor evangélico, John Cabeza da testimonio del infierno que vivió y muestra las cicatrices que los años en la sombra le dejaron: recibió siete puñaladas y tres tiros en diferentes momentos de su vida. También recuerda que estuvo 18 meses en una correccional de Pasto.
John evangeliza desde hace seis años en diferentes sectores del Centro de la ciudad para, con micrófono en mano, prevenir a los jóvenes de lo que les puede pasar si desobedecen a sus padres. “Yo fui rebelde. No le hice caso a mi mamá y me perdí en el mundo. Robaba. Consumía de todo”, dice.
La vida de John dio el giro que le devolvería la dignidad hace 12 años. Recuerda que estaba durmiendo en una calle de esta ciudad cuando alguien se le acercó, lo levantó y lo llevó a una fundación. “No sé quien fue esa persona. Sólo sé que me sacó de ese mundo. Tuvo que ser un enviado de mi Señor”.
Pasaron tres años para que pudiera ser capaz de vivir sin drogas y sin alcohol, y para que aprendiera a no ver en el robo su sustento vital. Conoció la palabra divina, se consagró a ella y sintió que como creyente sería capaz de seguir adelante en su metamorfósis.
También el amor llegó a su vida, se casó, regresó a la escuela para terminar el bachillerato. Ahora sólo tiene ojos para su familia y para Cristo. Como pastor, viaja por el país compartiendo su testimonio de fe.
Mujer le daba comida
John Cabeza dice que la que ahora es su esposa es la misma mujer que le regalaba comida todos los mediosdías en el Centro, cuando él era un indigente y ella empleada de una oficina en el Edificio Murcia.
Como si fuera historia de una telenovela, se enamoraron cuando John dejó atrás la calle, se casaron y ahora son padres de una niña de cuatro años. La mujer, abogada de profesión y también creyente, ha sido pieza clave en el proceso de rehabilitación de su marido.
Otra de las bendiciones que esta nueva vida le ha traído a John fue reencontrarse, hace dos años, con su mamá. De ella no tenía noticias hace 29. “En Tumaco, mi pueblo, todos me creían muerto. No sólo mi mamá se sorprendió cuando me vio”.
Todos los días vuelve al Centro, ya no como indigente ni drogadicto. Ahora lo hace con su triciclo ‘amplificador’ para predicar la palabra divina.
Otros datos
John Cabeza es pastor de la Iglesia Manantial de Vida para las Naciones. Allí ofrece los servicios los días miércoles, viernes y también los domingos.
Este hombre suele predicar en seis lugares distintos del Centro, todos los días. Desde temprano inicia su recorrido en el Boliche, en la calle 30 o en la carrera 43.
Contando el testimonio de su vida y predicando la palabra de Dios, John ha visitado Ecuador y las principales capitales colombianas.
Además de ser pastor, a John le gustaría estudiar sistemas. Así como fue capaz de terminar su bachillerato, sabe que la ‘U’ no le sería difícil.
Este hombre suele predicar en seis lugares distintos del Centro, todos los días. Desde temprano inicia su recorrido en el Boliche, en la calle 30 o en la carrera 43.
Contando el testimonio de su vida y predicando la palabra de Dios, John ha visitado Ecuador y las principales capitales colombianas.
Además de ser pastor, a John le gustaría estudiar sistemas. Así como fue capaz de terminar su bachillerato, sabe que la ‘U’ no le sería difícil.
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